En este blog no pretendo que tus ojos lean lo que quieren leer, solo expongo mis más sinceros pensamientos, mis dudas, mis sueños, lo que siente mi corazón en este instante. Desahogarme de esta forma creo que es más fácil que estar callada.

jueves, 11 de octubre de 2012

Hay una línea invisible a la que no le prestas atención hasta que la cruzas. Entonces no puedes dejar de pensar en ella, a diferencia de en el pasado. Una línea fina, tan fina que nuestros ojos no llegan a captarla. Una línea que siempre marca un antes y un después. Como cuando dos amantes hacen oficial su relación, cuando una amistad se vuelve imprescindible y no podemos vivir sin ella, cuando el sexo llega a una relación de pareja, cuando nos enamoramos y cuando no lo hacemos.
A veces vivimos con miedo a cruzar esas líneas, ya que no somos dados a lo desconocido, y al cruzarlas nos embarcamos en una nueva aventura que viene sin manual de instrucciones y sin mapa. ¿Cuántas líneas no cruzamos por miedo? ¿Cuántas cosas perdemos por no cruzarlas?
Si dejáramos de pensar que las cosas nuevas son malas quizás no existirían esas líneas. Ellas están en nuestra mente, no en nuestro corazón. Y por lo tanto son inexistentes, como todo aquello que no está en nuestro corazón.

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