Un día te das cuenta de que ya no te gustan
esos peluches en tu habitación, y lo cambias por una pared llena de fotos.
Tampoco te gusta aquella camiseta que te encantaba ponerte, ni que te peine tu
madre antes de salir de casa. Ahora no quieres dar un paseo por la calle, ni
estar viendo la televisión sin hacer nada, ni si quiera quieres leer aquella
revista que te ayudará a conseguir al chico de tus sueños, ni hacer el test que
te dirá lo que piensan los demás de ti. Y ahí es cuando te das cuenta de
que con un poco de rímel, un pintalabios rojo, y esa falda tan bonita, quieres
salir toda una noche entera de fiesta. Ya no ves a los chicos como unos
inmaduros, sino que les ves como algo que conseguir, un
reto. También te das cuentas de que lo prohibido te llama mas la
atención, y de que las normas no están para cumplirlas, si no para saltárselas.
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