Ya no me tiemblan las piernas, ni sonrío porque si, no tengo ganas de ti.
Respirar con normalidad cada vez es más sencillo, tú ya no eres mi droga, puedo decir que me he desenganchado al único vicio que me estaba destruyendo poco a poco.
Ya no eres el dueño de mi ilusión, admítelo. Ya no tengo nada que perder, y eso me alegra, siento que las cosas han cambiado y ahora mi felicidad no depende de tu estado de animo.
Y sí! Para que negarlo, tú eres el culpable de la mayoría de las cosas que han pasado, fuiste la gota que derramó mi vaso, pero decidí no ahogarme, nadé, salí y aquí estoy.
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