En este blog no pretendo que tus ojos lean lo que quieren leer, solo expongo mis más sinceros pensamientos, mis dudas, mis sueños, lo que siente mi corazón en este instante. Desahogarme de esta forma creo que es más fácil que estar callada.

viernes, 7 de diciembre de 2012


Entonces llega de nuevo el invierno, con su gélida lluvia. Todos los recuerdos del verano desaparecen dejando solo la esperanza de que el mundo vuelva a empezar a partir de diciembre. Miro al cielo, cierro los ojos. Dejo que las gotas de agua se posen en mis pestañas. Me olvido por un momento de mi existencia, de toda la gente que me rodea. Ya no están allí. Sólo estoy yo. Todo este silencio se ve interrumpido por una risa. Noto tu presencia. Tú. ¿Por qué has vuelto? Vete no quiero que estés aquí. Pero entonces me rodeas con tus brazos. Debería soltarme, pero no lo hago, no quiero separarme de ti. No me sueltes, no vuelvas a alejarte. Me giro y me encuentro con tus labios. Quiero besarte pero no puedo, no puedo fallarme otra vez a mí misma, no volverás a hacerme daño. Hecho a correr calle abajo hasta llegar a la parada del metro, lo mejor será alejarme de allí lo antes posible. Una gélida lágrima baja por mis mejillas y de nuevo apareces tú. Tú y tu preciosa sonrisa. Me besas, el barullo de la gente bajándose del vagón no consigue separarnos. Debo marcharme, lo entiendes, ¿verdad? Me alejo y subo al vagón. Un último adiós, te quiero.

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