¿Sabes? Estas
últimas semanas apenas he dormido. ¿Sabes por qué? Porque no quepo en
mí de felicidad. No quiero soñar por miedo a que no sea contigo y olvidar lo
que ahora mismo vivimos. Aquella noche todos se reían, como siempre. Pero allí
estaba yo, sentada en una desgastada silla de madera, en mitad del centro,
rodeada de conocidos, fingiendo sonrisas. Forcé risas y miradas alegres. Ellos
me miraban y contaban cosas, yo les escuchaba pensando, ¿podéis
contagiarme esa felicidad? Y ahí te vi, caminando tan tranquilamente,
hablando y riendo. Tan normal como el resto de amigos que me rodeaban y tan
diferente a la vez... una sonrisa se dibujó en mis labios y deseé conocerte. Mis
ojos te buscaron el resto de la velada, intentando encontrar a aquella persona
que me había hecho sonreír de verdad por primera vez en muchos meses. Desde ahí
todo ha crecido, más y más. Tú y yo, mis
sentimientos & los tuyos. He olvidado el pasado, arrancado esa
hoja llena de tachones y he empezado a escribir una de nuevo
contigo. Tras esas sonrisas han venido muchas más y sigo sin
fingir ni una sola... Lo que importa no es el tiempo que pasas con esa persona
sino la intensidad de los sentimientos. Podría pasarme la vida con alguien
y no quererla, o pasar dos días con otra y no poder vivir sin ella. No
quiero que te vayas nunca, quiero que sigas pintando sonrisas en mi rostro y
que algún día dejemos de ser esclavos del tiempo y la distancia... pero para
eso tendrás que prometerme algo, que te estarás siempre junto a mí. Siempre. ¿Te
atreves?
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